La prueba del Jedi by David Sherman && Dan Cragg

La prueba del Jedi by David Sherman && Dan Cragg

autor:David Sherman && Dan Cragg
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2003-12-31T16:00:00+00:00


CAPÍTULO 16

Anakin paseaba por el puente de la Neelian, abriendo y cerrando los puños mientras observaba cómo los cruceros de combate se desplegaban en formación de ataque.

—Debería estar con ellos —murmuró.

—No, tu sitio es éste —respondió Grudo—. Ése es el plan, y todo el mundo estuvo de acuerdo… Tú estuviste de acuerdo. Los comandantes también deben obedecer órdenes. Una vez se aprueba el plan de batalla, todo el mundo debe cumplir con su misión. De esa forma todo funciona según el plan previsto. Siéntate, por favor. Haces que la tripulación se ponga nerviosa.

En ese momento, el capitán Luhar, de la Neelian, llamó la atención de Anakin y dio unas palmaditas al sillón antigravedad que había a su lado.

—Comandante, aquí hay un asiento.

—Odio sentarme ahí —gruñó Anakin, pero se dejó caer sobre el sillón.

—Muy pronto tendrá acción suficiente como para hartarse —replicó Luhar. No estaba muy seguro de que Anakin fuera el comandante adecuado, ya que, Jedi o no, le parecía demasiado joven e inexperto para ser el segundo al mando de la flota. Esperaba que no le ocurriera nada al general Alción—. Más aumentos —ordenó a su navegante, y la Ranger quedó enfocada en las pantallas—. Es una nave preciosa.

Luhar era un oficial de aspecto distinguido, que Anakin calculaba de mediana edad, y con el pelo gris. El joven Jedi había admirado la calma profesional del hombre desde el momento en que pisó el puente de la nave. Pero el papel de la Neelian era guiar los transportes de tropas hasta una órbita segura y supervisar las operaciones de aterrizaje, no entablar combate con la flota enemiga, y, pese a la gran responsabilidad que Anakin se había echado sobre los hombros al aceptar el mando de la operación, necesitó hacer un esfuerzo para controlar su tendencia natural a la acción.

El comandante enemigo había dispuesto sus naves en órbita, en una formación semejante a una caja, sobre el hemisferio donde se hallaba el Centro de Comunicaciones Intergalácticas.

—Tendremos que romper ese cuadrado para poder descender hasta el planeta —observó Anakin.

—Es una formación defensiva fuerte, señor —asintió Luhar—, pero la romperemos formando una columna de tres naves en fondo y atacando a toda velocidad. Nuestras naves se concentrarán en un lado del cuadrado al mismo tiempo, en escalera, como si fueran un conjunto de escalones móviles, y centraremos en ese sector toda la potencia de fuego de nuestra flota de combate. Entonces será nuestro turno. Una vez atravesemos las defensas, dispersaremos a las demás naves enemigas y las destruiremos una por una. ¿Ha visto alguna vez una batalla entre dos flotas espaciales, señor?

Habían repasado el plan innumerables veces, pero sabía que Anakin se sentiría más tranquilo si volvían a hacerlo minutos antes de ponerlo en práctica.

—Sí —asintió Anakin—, pero no desde el puente de una nave, mirando cómo se desarrolla todo. Conseguí esto… —y le mostró su prótesis— en combate individual. ¿Ha luchado alguna vez cuerpo a cuerpo contra alguien deseoso de matarlo, capitán? ¿Ha matado alguna vez con sus propias manos?

—No puedo decir que sí.



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